Odisea y James.
Odisea, así se llamaba una magnífica mujer. Solitaria, grande por dentro, y espectacular.
Su color preferido era el negro. La luz simplemente la llevaba por dentro.
Casi no hablaba con nadie. Pues en un Mundo tan extraño, era muy difícil de ganarse la confianza de los individuos...
Su casa... Su Templo. Le gustaba pasar las horas allí, junto a su gran American Stan Ford negro, al no ser que estuvieran paseando.
Era su única media naranja, su perro le daba Vida a sus Días, y de PPP tenía la orden legal...
Nikki era un ser adorable, pues Odisea lo había criado de pequeño y lo había adiestrado para ser un compañero perfecto de humanos.
Centrarse en sí misma, era algo que ésta chica hacía muy bien.
El ruído del Mundo, se quedaba en el Mundo. Ya que reconocía sus límites, su poder limitado, de cambiar todo lo que le rodea. Entonces, en lugar de ver las noticias, Odisea jugaba con su perro y escuchaba su música favorita.
Y no, no tenía pareja sentimental la chica de éste libro... Pero tenía a Nikki, que era todo para ella, y tenía un pequeño círculo de familia y amistades.
Y cuando estás al 100% bien sin pareja, ya no buscas, pues entiendes que la tranquilidad és tú lema y la Paz, Tú Vida.
Odisea, a sus 20 años, trabajaba como diseñadora de moda. Osea, que más que un trabajo, bien remunerado, tenía un hobby por el cual le pagaban.
Sus Diseños, su Nikki, su Vida.
James, era un vecino de Odisea, un ser misterioso del que nadie sabía nada... Tan sólo, que tenía otro perro PPP, pero éste era una hermosa hembra blanca.
Éste chico, joven y apuesto, socializaba muy poco, puesto que era nuevo en la ciudad, y sólo lleva un més allí.
Un día se encontraron, entraban los dos a la urbanización. Se miraron y fue como si se conocieran de siempre. Algo hizo 'click' en sus corazones y és como si el tiempo se parase. Se quedaron quietos durante dos segundos, y luego ya reaccionaron...
- Hola soy James.
- Hola soy Odisea.
Hablaron de sus perros, su trabajo, y hasta del tiempo que hacía. Luego, James pensó que no podían dejar pasar la ocasión, pues era como su Alma gemela, así que quedaron para mañana.
Ahora se estaban convirtiendo en grupo de medias naranjas (perros incluidos), que encajaban perfectamente entre sí.
Odisea, al día siguiente, se puso un vestido corto y negro que realzaba su belleza.
James, un vaquero desgastado a juego con una camiseta negra.
Y llegó el momento de la cita... Pero ésta vez dejaron los perros en casa, pues querían pasear sólos, bajo la luz de las farolas.
Hablaron de política y hasta de religión, de fútbol y de música. Y se formó un debate muy interesante, en el cual, los dos corazones estaban de acuerdo en todo, pero sobre todo, en la magía que desprendían por todo su interior, y que los acercaba cada vez más... El uno al otro...
Y se besaron... Fué un beso dulce, templado, apetecible... Y siguieron...
Y comenzaron una Vida juntos desde entonces. Ya nadie los podría separar.
Eran como el Fuego del mismísimo infierno, que ya no tiene fín.
Lo que sí tiene fín, és ésta bonita historia. Espero que les haya gustado, y nos encontramos, si gustais, en otras letras mágicas y misteriosas.
Dyana Torres.
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