Cecy y Alex
Cecy era una muchacha muy guapa. Pelirroja con unos hermosos ojos verdes. Tenía algo que no tenía nadie más, y no, no era ella, sino lo que ella tenía...
Su abuela, antes de morir, le dió un espejo, pero no era un espejo cualquiera. Era mágico. Ella sólo le dijo: ' Cuando estés en apuros, miralo fijamente y dí el nombre de la ciudad que quieras visitar. Luego, tendrás que pasar 3 días en esa ciudad, antes de poder volver a casa. '
El espejo tendría que guardarlo con cuidado, pues podría quedar atrapada en alguna ciudad si se rompiese...
Ya tenía Cecy 18 años, y quiso probar el espejo, para ver si de verdad funcionaba. De Madrid, España, se iría a Nueva York.
Cojío el espejo, lo miró fijamente, y dijo Nueva York.
¡Ta-chan! Allí apareció. En las calles de Nueva York. Menos mal que llevaba dinero con ella, pues ahora tendría que pasar los 3 días en la ciudad.
Se fue a ver tiendas, y luego al caer la tarde, se buscó un hostal para pasar la noche. Ceno, allí mismo en el restaurante que había al entrar. Todo normal. Familias hablando y cenando. Alguna pareja, y ya.
A las 9h subió a su habitación.
Al abrir la puerta, alguien abrió también la puerta de la lado. Era un chico de unos veinte años. Se llamaba Alex.
Se intercambiaron, un "hola, buenas noches" y cada uno siguió su camino.
Cecy pensó que el chico era muy guapo, pero que mejor no enamorarse, pues en 3 días tendría que volver.
Al día siguiente, Alex la saludó en la cafetería y se sentó enfrente suya sin preguntar... Simplemente se presentó, y se pidió un café.
Cecy no sé lo podía creer.
El fabuloso chico de la habitación de al lado, estaba tomándose un café con ella.
Cecy también se presentó.
Y estuvieron hablando.
Ella le contó que fue a Nueva York a hacer un examen y que tendría que volver pronto a Madrid.
Se intercambiaron unas pulseras de hilos de colores que llevaban cada uno, y también se anotaron los teléfonos y una dirección para escribirse.
Cecy, sabía de la importancia de su secreto. Y no se lo podía contar, pues se conocían desde hace muy poco tiempo.
Así que, al tercer día, ella se despidió y regresó a Madrid.
Cuando llegó fue a saludar a sus padres, a los que les había dicho que estaría con una amiga.
Luego, se miró la pulsera y tuvo ganas de coger el teléfono y llamar a Alex. Pero se contuvo. Y le envío un WhatsApp. " Hola Álex, ya estoy en Madrid, como estás? "
Y al minuto recibió: " Muy bien. Bien, gracias, pero se te echa un poco de menos por aquí... "
Cecy, tardó 5 segundos en reaccionar, y le escribió al fín: " Sí, yo también te echo de menos. "
Al més, ninguno de los dos se había olvidado del otro. Y Cecy trataba de sacárselo de la cabeza, cuando un buen día, recibió una carta suya.
Le contaba un poco como era su día a día, y se preguntaba cuándo se volverían a ver.
Cecy, un poco nerviosa, se hizo una tila, y cojió bolígrafo y papel, y se puso a escribir:
" Querido Alex, amigo mío, no sabes cuánto te echo de menos. Me haces falta, mucha falta... Pues sin tí, los días no son iguales... Son pura rutina, y echo tanto de menos las charlas de la cafetería... Ojalá nos veamos pronto. "
Cuando llegó otro fin de semana tranquilo, Cecy volvió a repetir la jugada. Dijo que se iba con su amiga, y se fué a Nueva York en busca de su Amado...
Volvió al mismo hostal y llamó a Alex, quien estaba allí de vacaciones.
Se encontraron un buen día por la tarde, y llevaban tantas ganas retenidas por la distancia, que se abrazaron como si fuese la última vez... Y Cecy buscó los labios de Alex, y se besaron... Se besaron como si no hubiese un mañana...
Tuvieron un fin de semana espectacular.
Fueron al cine, a pasear, y a un méxicano.
Tuvieron tiempo de decirse todo lo que se amaban. Con palabras, con caricias y con el alma...
Durmieron la noche del Sábado juntos, pues el Viernes no durmieron nada, pensando el uno en el otro... Y bueno... El Sábado pudieron descansar... Los dos juntitos como dos tortolitos enamorados 😍
Llegó el Domingo por la noche, y se despidieron, felices de saber que en cuanto pudiesen se volverían a ver...
Pasó una semana, en la que hablaban todos los días por WhatsApp y teléfono por las noches.
Cecy no podía mentir tanto, pues algún día le podrían pillar. Así que, le contó su secreto mágico a su mejor amiga, y a su familia en casa.
Se lo tomaron bien, porque era algo familiar, pero le dijeron que tuviese cuidado.
Un día, Alex le contó a Cecy que tenía una sorpresa para ella, y le dijo... "Verás, Cecy, yo también soy de Madrid. No te lo quería decir, hasta asegurarme de que ésto funciona. Así, dos meses después de conocerse, tuvieron la suerte de resultar que eran casi vecinos. Cecy le dijo : " Vives 5 calles detrás de la mía. " El Destino, los había estado guardando para ese tiempo, ese lugar, ese comienzo...
Cecy, estaba tan emocionada, que no se lo podía creer. Hasta al día siguiente que quedaron, en un parque. Y todo fué como siempre. Con muchísimo Amor entre ambos...
Estuvieron quedando durante un més más, y luego decidieron contárselo a la familia. Hacer su relación oficial.
Y después de eso, Cecy le contó lo del espejo... Y Alex no se lo creía, hasta que lo vió.
No era un espejo normal y corriente. Era un espejo antiguo, muy bonito. Y entonces, observándolo, a Alex se le ocurrió si podrían viajar los dos a la vez.
Y un día lo probaron. Lo miraron fijamente, agarraron sus maletas y dijeron: " Nueva York" y allí estaban los dos de nuevo.
Otro fín de semana maravilloso. De Amor, Amor y más Amor.
Entonces, un día, al subir de cenar, no estaba el espejo guardado en la maleta. No lo encontraban...
Se llevaron us susto tremendo. Hasta que... A Cecy se le ocurrió mirar en el baño. Por lo visto, la limpiadora, había encontrado el espejo en la mesita de noche, y lo había llevado a un cajón del baño. " Menos mal " pensaron los dos.
Y al llegar el Domingo por la tarde, gracias al espejo, volvieron a casa de nuevo.
A los dos años, Cecy, que era periodista, encontró trabajo en una editorial de prensa.
Alex, se puso a trabajar por turnos en una cafetería.
Y un año y medio más tarde, decidieron comprarse un apartamento en un barrio cercano a Nueva York. Mientras tanto, los días laborables, vivían con sus padres.
Pasaron dos años más, entre ídas y venidas, y se compraron, hipotecado por supuesto, otro pisito en Madrid.
Y siguieron viajando en vacaciones, al menos un par de fines de semana al año.
Finalmente, después de 6 años de relación, decidieron casarse, en Madrid, con la Familia cercana. Y fueron felices durante muchos años, mientras la vida era pura rutina para muchos y muchas solteras, ellos habían sido bendecidos por la gracia divina, y tuvieron un destino precioso los dos juntos.
Y Colorín, Colorado, éste cuento se ha acabado.
Dyana Torres.
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