El Guardaespaldas.
Había una vez, un hombre que vestía siempre de negro, y tenía una corona de colores sobre su cabeza. No era rey, era un guardaespaldas. Su corona brillaba destellos de diversos colores. En realidad era una especie de ángel protector. ¿Qué por qué un ángel? Pues porque estaba ya muerto, pero tardó mucho tiempo en darse cuenta. Tuvo que aprender a sostener los objetos. Tuvo que aprender a comunicarse con los humanos. ¿Sabes por qué? Porque un buen día, tuvo que hablar con una de sus princesas. Protejía a tres. Y una de ellas, la pelirroja Dafne, se puso a llorar desconsoladamente, tenía depresión.
Entonces, el guardaespaldas le hablo muy sensatamente y le dijo finalmente:
- Tú subirás a los cielos e irás con Dios donde Él quiera que te lleve.
Y así era como se mantenían felices y seguras las princesas.
Y colorín colorado, éste cuento se ha acabado.
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